
Em pregunto si els candidats als quals em referia seran fruit del part electoral dels “aparells” dels partits o una mena de proclamació a l’estil Michelle Bachelet. No us sembla que ja comença a ser hora d’incentivar l’ús d’instruments de democràcia directa? Em refereixo als plebiscits, referèndums, consultes, sondeigs d’opinió, etc., que no han de substituir la responsabilitat de la presa de decisions per part dels governants però que poden ajudar a fer més propera - i, per extensió, més implicativa- la causa política als ciutadans. Es tracta d’apostar per incentivar la participació dels ciutadans en el disseny i avaluació de les polítiques públiques sense simular falsos estats d’opinió amplificats per mitjans de comunicació afins als governs de torn. El que està en joc és la capacitat d’escoltar més que l’art de parlar. Sóc del parer que l’àmbit local és l’esfera més adequada per dur a la pràctica processos de democràcia participativa i l’elecció dels candidats podria seguir un mecanisme d’aquest tipus. Seria una bona manera d’encertar amb els caps de llista i que la seva vàlua fos reconeguda des d’un començament.
Una segona aportació que volia fer és la urgència de la modificació de la llei electoral que permeti les llistes obertes, sense renunciar a la proporcionalitat. L’ordre amb què es posen els candidats en les llistes és molts cops el resultat de lluites intestines entre companys de partit, favoritismes, moviments tàctics i, només de vegades, el que de fet hauria de prevaldre: la formació del millor equip de govern possible, si la veu de les urnes i les aliances interpretatives de la voluntat popular ho fan factible. Això hauria d’anar acompanyat de la possibilitat de posar al capdavant de les diverses àrees a professionals preparats i amb suficient experiència per tal d’evitar deixar en mans no sempre qualificades aspectes clau dels governs municipals com són l’economia, l’urbanisme, la salut, l’educació... El pluralisme de la societat civil no s’esgota en la representació que en fan els partits polítics. Cal explorar maneres d’anar més enllà.
El model polític de la democràcia participativa, lluny de ser un model “progre” per quedar bé, facilita als ciutadans la seva capacitat d’associar-se i d’organitzar-se de tal manera que puguin exercir una influència directa en las decisions públiques més enllà dels grups de pressió, dels cacics o de les trames organitzades a les quals els grups polítics no sempre tenen capacitat o voluntat d’esquivar.
2 comentaris:
Mi respaldo a las reformas que sugiere el blogger pero... ¿qué es lo que cronifica la cojera?
La política se ha convertido en la versión adulta del juego de las sillas. Andan todos en tensión, sin perderlas de vista, para dar el salto a la que suena el piiiiip.... Es lo que les asemeja a las salchichas: mejor no ver cómo se hacen.
No deja de ser una apuesta divertida lo de jugar a conocer la erótica del poder: esa sensación de temeridad controlada que la previa asunción de las reglas del juego dan al ignorante, y que es, se mire como se mire, del todo adictiva. De hecho, todos dicen moverse en un mismo tablero, con las mismas fichas, con la misma “destreza”, con el mismo fin: seguir navegando en unas aguas hasta que el temporal electoral logre destronarlos (piiiiiiipp...)
Y es que reina en el ambiente un espíritu de supervivencia, de amenaza por perder ese algo que algunos sienten que les erige por encima del populacho. El pueblo... ¡sí, sí! el pueblo que da sentido al concepto formal de soberanía popular con su humilde aportación periódica en unas urnas y al que se le niega el privilegio de unos pocos elegidos: saber qué se cuece bajo la maltrecha imagen de la clase política.
No se asustará el lector con estas palabras que se cuelan en la cotidianidad de un circo cual espía detrás de un biombo, o mejor si cabe, con la misma comodidad que el crítico negará los aplausos a un artista homicida del buen gusto si no media precio-recompensa o promesa tras su publicación. La crítica más mordaz siempre viene del que nada tiene que perder ni ganar en ello.
Seguirán pensando esos privilegiados que nada trasciende más allá del entramado del que forman parte. Se regodearán de esos aplausos tan ruidosos como vacíos - la disciplina de partido los enmudece-, de esos escollos sorteados ante la Cámara el día de la puesta en escena... Se sentirán satisfechos de todo ese nada que es su mundo pero seguirán ahí y el fin justifica los medios.
Pero subestiman al ciudadano. Desprecian sobremanera esa mirada crítica que desde su casa asoma su interés en esos interminables debates televisados o en los medios que andan faltos de autonomía pues el periodismo ha puesto a merced del atrincheramiento el derecho a una información veraz. Una política de trincheras conduce inexorablemente a un periodismo de trincheras que pierde la autoridad por vestir unos colores.
Lo que trasciende de todo ello es tan caótico como lejano. Caótico porque parte el observador medio de su falta de información para dar sentido a estrategias y discursos; lejano porque sólo de vez en cuando no podrá eludir una discusión enardecida sobre asuntos que no atañen directamente a su cotidianeidad. Dejará a un lado las utopías en pos de una convivencia pacífica pero sin que deje de preocuparle que tras la demagogia del poder esté el bienestar de todos.
Ese acreedor exigente que es el Estado del bienestar no dejará de dar quebraderos de cabeza. Todos opinarán: unos por sentirse beneficiarios de iure , otros por ser quienes parten y reparten; la oposición por recuperar el trono perdido. Lícito es reconocer que tras la gestión más eficaz habrá siempre objeciones, pero razonable parece ser pensar que tras cualquier resultado, debe reconocerse el éxito de una gestión oportuna o por el contrario, la malversación de recursos.
La realidad da a conocer la incompetencia de quien asume una responsabilidad olvidando que su trabajo le exige cualidades de las que carece. El desempeño político pone a prueba a gran escala las aptitudes de un buen gestor. Sin duda los hay con verdadera vocación que se alejan del perfil titeresco al que nos hemos acostumbrado pero, aún con todo, ¿tienen todos sin excepción la formación adecuada a la responsabilidad que asumen?
Pero en fin... jueguen jueguen, que LA VIDA ES JUEGO... y los juegos: JUEGOS SON. (piiiiiip...)
buena comparación...
como lo de un diputado que se levanta para parodiar lo de los 80 céntimos y se vuelve a sentar... ¡qué país madre mía!
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